P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

EL  GENOCIDIO  ARMENIO

 

S. MILLÁN – 2021

 

ÍNDICE GENERAL

 

INTRODUCCIÓN
Genocidio.
Resoluciones del grupo de Jóvenes Turcos.
Las verdades de Morgenthau
Esclavitud y venta de las mujeres.
Los genocidas nunca ocultaron sus intenciones.
Etapas que prepararon el exterminio.
Métodos de exterminio.
A los comandantes militares.
Mustafá Kemal.
Primera guerra mundial.
Comienzo del genocidio.
Testimonios de los turcos.
Otros testimonios.
Recordatorio.

CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

El pueblo armenio ha sido masacrado durante años por el imperio turco. Los turcos, como aparece claramente por las resoluciones tomadas en el Congreso del grupo Jóvenes turcos de 1915, decidieron con total normalidad la exterminación del pueblo armenio y lo mismo hicieron con los griegos y asirios de su territorio. Una de las principales razones era porque, al ser de otra religión, no podían hacer de ellos unos verdaderos turcos musulmanes.

Cualquiera que lea detenidamente y sin prejuicios el libro sagrado El Corán se dará cuenta de que contiene ciertas ideas y normas que un cristiano no puede seguir. Por ejemplo: las mujeres tienen menos derechos que los hombres. Los musulmanes no pueden ser amigos de los infieles, no musulmanes (Suras 60,1; 60,9; 9,23). Hay más de 200 textos que incitan a la persecución, a la violencia y al asesinato contra los infieles, principalmente judíos y cristianos. Y aceptan la esclavitud como algo normal.

De hecho durante los 1.400 años de islam han hecho millares de esclavos cristianos, centenares de miles de mujeres violadas, hombres asesinados, empalados, crucificados y decapitados. La pérdida demográfica de Europa por el islam superó los 100 millones de personas. Entre 1530 y 1780 un millón de cristianos fueron reducidos a la esclavitud y esto sin contar la violencia y masacres realizadas en África, donde los negreros musulmanes hacían correrías para cazar personas y llevarlas a El Cairo para venderlas como esclavos; o en Asia, especialmente en la India, o los miles de cristianos cazados en las costas europeas y después vendidos como esclavos y las mujeres violadas y llevadas a los harenes...

Muchas de estas cosas fueron repetidas en el siglo XX por los turcos con los armenios. La historia del islam se sigue repitiendo con los grupos terroristas radicales que operan en África y en Europa y en otras partes del mundo. Se repite como antiguamente la tradición de violencia de los musulmanes, entre los cuales, aunque hay algunos moderados, hay otros muchos radicales y con afán de revancha y de convertir al mundo entero por la fuerza de las armas.

Lo cierto de esto es que el millón y medio de armenios masacrados por los turcos especialmente entre 1915 y 1923 fue un verdadero genocidio, planificado por las autoridades y llevado a su cumplimiento sin ningún remordimiento de conciencia. Lo cual sigue aún siendo una realidad, ya que el Estado de Turquía sigue negando la existencia de tal genocidio, a pesar de que cada día hay más Estados que lo aseguran, incluido Estados Unidos, que lo proclamó por medio del presidente Biden.

Ojalá que recordemos el genocidio armenio para aprender la lección de que la violencia nunca lleva a la paz auténtica. Recordemos también los genocidios realizados por los mismo turcos en los mismos años contra los asirios (700.000 masacrados) o los griegos (1 millón de asesinados). Y sobre todo recordar el holocausto o genocidio judío de seis millones de asesinados por Hitler y compañía.

 

GENOCIDIO

Según las Naciones Unidas, genocidio es cualquier acto con intención de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso como es la matanza de miembros del grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que vayan a acarrear su destrucción física, total o parcial y también las medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo o el  traslado por la fuerza de niños de un grupo a otro grupo .

Genocidio cultural, según lo definió en 1985 Benjamín Whitaker, relator especial de la subcomisión de prevención de discriminaciones y protección de las minorías, que es un órgano de las Naciones Unidas: Es todo acto premeditado, cometido con la intención de destruir el idioma, la religión o la cultura de un grupo nacional, racial o religioso por razón del origen nacional o racial o de las creencias religiosas de sus miembros en actos tales como.

La prohibición de emplear el idioma del grupo en las relaciones cotidianas o en las escuelas o la prohibición de imprimir o de difundir publicaciones redactadas en el idioma del grupo.
—La destrucción de las bibliotecas, museos, escuelas, monumentos históricos, lugares de culto u otras instituciones y de los objetos culturales del grupo o la prohibición de usarlos.

Otro agravio a la cultura es la conversión religiosa forzada, por la cual grandes iglesias han sido transformadas por los islamitas en prisiones, establos, mezquitas, hoteles y hasta gimnasios. La confiscación del patrimonio cultural por el Estado de Turquía está avalada por sus leyes nacionales, que tienen sus fuentes en decretos otomanos de 1906.

El genocidio armenio fue documentado por el libro Historia del embajador Morgenthau, escrito en 1919 por el embajador Morgenthau de Estados Unidos. También los historiadores Arnold Toynbee y el jurista político e historiador británico James Bryce publicaron el libro azul (blue book) con declaraciones de testigos oculares.

Las masacres del imperio turco-otomano contra los armenios comenzaron ya de 1820 a 1890 con la gran masacre de casi 100.000 armenios, griegos y búlgaros. De 1894 a 1896 el sultán Rojo Hamid II mandó matar a 300.000 armenios. Estas matanzas o genocidio llegaron hasta 1923.

En la guerra ruso-turca de 1877 y 1878 hubo una inmigración de circasianos y tártaros a la región de Anatolia. Estos y los kurdos estaban amparados por las leyes totalitarias del imperio, que permitía el pillaje contra los cristianos. Cualquier musulmán tenía permiso de probar su sable en el cuello de un cristiano según permiso de Hamid II .

El 24 de abril de 1908 la población musulmana e incluso los armenios festejaron el cambio de gobierno al cesar a Hamid II y entrar a gobernar los Jóvenes turcos, un grupo político que llevaría a cabo el gran exterminio o genocidio de los armenios. En 1909, 30.000 armenios fueron exterminados en la ciudad de Adaná. El 10 de agosto de 1910, en el Congreso de Salónica, se institucionalizó el genocidio, pues en ese Congreso se decidió el exterminio total del pueblo armenio, pero se postergó su ejecución hasta el comienzo de la primera guerra mundial que ya se preveía.

 

RESOLUCIONES  DEL  GRUPO  DE  JÓVENES  TURCOS

  1. Fundados en los artículos 3 y 4 del Comité Unión y Progreso, disolver todas las asociaciones armenias, arrestar a los armenios que en cualquier tiempo hayan trabajado contra el gobierno, remitirlos a provincias como Bagdad o Mosul y eliminarlos en el camino o en el punto de su destinación.
  2. Confiscar las armas.
  3. Excitar la opinión musulmana por medios apropiados y adaptados en distritos como Van, Erzerum o Adaná, donde de hecho los armenios han despertado el odio de los musulmanes, y provocar matanzas organizadas, como hicieron los rusos en Bakú.
  4. Para hacerlo, contar con la población en las provincias como Erzerum, Van, Mamuret-ul-Aziz y Bitlís y no utilizar las fuerzas militares del orden (como la gendarmería), sino aparentando detener las matanzas; por el contrario, hacer intervenir estas mismas fuerzas para ayudar activamente a los musulmanes en circunscripciones como Adaná, Sivás, Brusa, Ismid y Esmirna.
  5. Adoptar medidas para exterminar los varones menores de 50 años, los sacerdotes y los docentes; permitir la conversión al Islam de los jóvenes y los niños.
  6. Deportar las familias de quienes hayan escapado y obrar de tal modo de cortarles toda comunicación con su ciudad natal.
  7. Alegando que los funcionarios armenios podrían ser espías, removerlos y excluirlos absolutamente de todo cargo o servicio importante de la administración del Estado.
  8. Hacer exterminar del modo más conveniente a todos los armenios que están en el ejército, lo cual será confiado a los militares.
  9. Poner en marcha el operativo en todas partes simultáneamente a fin de no dar tiempo a adoptar medidas defensivas.
  10.  Cuidar la naturaleza estrictamente confidencial de estas instrucciones que no deben ser conocidas por más de dos o tres personas .

 

LAS  VERDADES  DE  MORGENTHAU

El embajador de los Estados Unidos en Turquía, Henry Morgenthau, reportó secretamente a las autoridades de su país, todavía neutral, la magnitud del genocidio en un documento que se desclasificó después de finalizada la guerra. En El asesinato de una Nación, Morgenthau describe la estrategia de los genocidas: primero movilizar a los hombres armenios en edad de batalla y ponerlos al servicio del ejército turco. Inmediatamente hacerles perder el estado militar, desarmarlos y despojarlos de cualquier derecho civil. Enviados a trabajar en condiciones extremas en la construcción de caminos y vías férreas, recibían castigos corporales de sus capataces. Cientos de miles morirían por los trabajos forzados, la hambruna, las enfermedades sin atención médica y la vida al aire libre sin reparos para la nieve o el sol ardiente del verano. Todos serían despojados de los escasos bienes que hubieran conservado; los sobrevivientes, cuya fuerza de trabajo se hubiera agotado, serían eliminados desnudos.

Completado el exterminio de los jóvenes movilizados militarmente, Vendría el encarcelamiento del resto de la población masculina y su exterminio a sangre fría.

Morgenthau describe un episodio acontecido en julio de 1915. En la ciudad de Harput, dos mil ex soldados son convocados al trabajo en las carreteras. Los antecedentes de la muerte de muchos de ellos mueven a las mujeres del pueblo a pedir misericordia al jefe militar. Éste no sólo asume el compromiso de respetar las vidas de los dos mil armenios, sino que lo reafirma ante la autoridad religiosa de la región. Burlándose de ambas partes, casi todos fueron masacrados y los pocos sobrevivientes que lograron escapar dieron testimonio público de la matanza. Otros dos mil jóvenes siguieron el mismo camino, y para dejar sin fuerzas a los probables fugitivos, los privaron de comida antes de ordenar a los kurdos la masacre.

Esta condena de hombres jóvenes tiene un sentido claro: que no quedara ninguno capaz de resistir y rebelarse ni de multiplicarse.

Inevitablemente hubo sobrevivientes, hombres que eludieron el reclutamiento homicida. A éstos se les prometió un destierro. Agrupados de a cuatro, de todas las edades, emprendieron las caravanas de la muerte, donde fueron muertos a hachazos y cuchilladas para ahorrarse la pólvora y las balas.

Toda la población masculina de Angora de entre quince y sesenta años fue primero despojada de sus bienes, castrada para negar cualquier posibilidad de procreación, y finalmente exterminada (sus cuerpos quedaron a merced de las aves carroñeras).

Tanto para Morgenthau como para Toynbee, el destino de las mujeres tuvo múltiples facetas trágicas. Las jóvenes fueron esclavizadas en las casas de los turcos; otras, forzadas a sumarse a los harenes, como esclavas sexuales. Las mujeres desechadas recibieron la muerte a bayonetazos, o fueron arrojadas a los precipicios. Las martirizadas que no morían por el maltrato, la sed, el hambre, las quemaduras por el sol, las enfermedades y la locura, serían asesinadas ahí mismo donde cayesen, esqueléticas y extenuadas.

No tenían mejor suerte los que soportaron las marchas de la muerte y consiguieron llegar a los campamentos de Siria e Irak en condiciones humanamente irreconocibles .

ESCLAVITUD  Y  VENTA  DE  LAS  MUJERES

En tiempos del gobierno de los Jóvenes Turcos, el exterminio diezmó la población de armenios jóvenes y adultos. Las madres murieron por los castigos, el hambre y el frío en un destierro sin fin hacia el desierto de Siria. Sus hijos les fueron arrebatados de su seno y terminaron su infancia en orfelinatos o dados en propiedad a familias turcas, donde fueron obligados a perder su identidad y asumir una religión, una nacionalidad y un estado civil que negaba u ocultaba su pasado armenio. El destino de las mujeres, niñas y jóvenes, fue un martirio diferente: la esclavitud.

Un informe elaborado en 1925 por el estadounidense William T. Manning para la entonces Liga de las Naciones (el organismo que sería reemplazado después de la Segunda Guerra Mundial por la ONU) denuncia:

...más de 100.000 mujeres y niñas armenias están retenidas bajo viles y aborrecibles condiciones de cautiverio en los harenes turcos. Esto significa que esas mujeres cuyos maridos fueron asesinados, están encerradas por la fuerza junto a las “esposas" de los asesinos. Significa que las pequeñas cuyos padres armenios fueron masacrados están a la venta para cualquiera que quiera comprarlas y sujetas a la absoluta voluntad de sus compradores.

Chicas armenias tan refinadas y educadas como cualquiera en Estados Unidos, sin padres o hermanos protectores, están viviendo en una esclavitud para ellas mucho peor que la muerte, sin esperanzas, en manos de sus propietarios turcos.

Un cable especial para The New York Times del 23 de diciembre de 1925 informa:

...distintas sociedades misioneras están comprando jóvenes cristianas (armenias) a 5 dólares por cabeza para salvarlas de los horrores que implicaría ser convertidas en prisioneras de los turcos, aunque al menos 3.000 se encuentran ya cautivas. Las jovencitas son tatuadas en el rostro para señalarlas como fugitivas que deben ser devueltas a| sus dueños en caso de fuga. A los harenes turcos se llevan adolescentes de cerca de 14 años, mientras que las menores son arrendadas a kurdos y árabes para trabajar en sus campos hasta que alcanzan la edad apropiada para su venta a los harenes turcos.

Ya en ese tiempo se estimaba que había entre 100.000 y 400.000 jóvenes y niños armenios esclavizados en harenes turcos. En opinión de George Horton, cónsul general de Estados Unidos y testigo ocular de la destrucción de Izmir en 1922, Kemal masacró al menos 125.000 armenios en esa región y esclavizó a miles de jovencitas (el número en este caso supera las 25.000).

Se seleccionaban las mujeres jóvenes y los niños menores de 12 años para su puesta en venta al mejor postor. Fueron numerosos los casos de suicidios de mujeres armenias para quienes por su educación, hábitos sociales e inclusive por su religión era ignominioso el casamiento forzado con un turco, la prohibición del uso de su propio idioma, sujeta al servicio enfermizo de la otra u otras esposas turcas.

Las que tuvieron la suerte de ser rescatadas, en Alepo entre otros lugares, portaban tatuajes en la cara que las marcaba de por vida.

Niñas armenias de tez blanca eran cebadas hasta cumplir los 14 años para ser vendidas como el ganado en una feria .

 

LOS  GENOCIDAS  NUNCA  OCULTARON  SUS  INTENCIONES

            Dicen ellos: Tratamos infructuosamente de transformar a los infieles en otomanos verdaderos y esos intentos fracasaron. Por lo tanto, no puede haber cuestión de igualdad mientras no hayamos otomanizado al Imperio; en lo relativo a nuestra labor —trabajo largo y arduo— me atrevo a vislumbrar que, sin embargo, habremos de triunfar... Hoy sólo queda un medio: aniquilarlos por la fuerza de las armas. Es necesario adoptar una política centralizadora e imponer el pan- turquismo recurriendo, en caso necesario, al exterminio de los disidentes .

Propongo al Congreso el exterminio total de tos armenios del Imperio otomano; es necesario aniquilarlos. De esta manera Anatolia será territorio habitado  exclusivamente por turcos .

ETAPAS  QUE  PREPARARON  EL  EXTERMINIO

 

Talaat había sido muy claro: los armenios habían perdido el derecho a la vida en el Imperio otomano; para no malgastar municiones, se los debía matar a cuchillo, o ahogándolos en el río Éufrates, entre otros métodos abominables. En los poblados y aldeas sólo quedarían hombres enfermos, adolescentes, mujeres y ancianos. A ellos les esperaba la otra parte del plan: la deportación. Se colgaba en la plaza central de cada pueblo un aviso que ordenaba que la población debía partir para la reubicación. Se hizo creer a los armenios que se congregaría a la población para llevarla a una zona de exclusión bélica que los protegería de los efectos de la guerra reinante. Pocos años después, Hitler puso al frente de los campos de concentración: El trabajo nos hace libres.

Estaban planificadas todas las rutas para la deportación. Al norte se los ahogaría en el Mar Negro; los que vivían en el centro de Anatolia serían llevados, sin víveres y caminando, hasta el desierto de Deir-El-Zor, en cuyos pozos naturales serían arrojado y quemados.

Los métodos de aniquilamiento eran realmente espantosos y obviamente no se respetaba ni el sexo ni la edad. Las órdenes de Talaat (ministro de la guerra), aclaraban que los armenios no debían vivir ni en el vientre de sus madres. El río Éufrates se tiñó de rojo de tanta sangre vertida y miles de mujeres y niños terminaron sirviendo como esclavos en los harenes de los pachás (jefes) turcos. Algunos pudieron sobrevivir gracias al buen corazón de algún vecino o turco que no quiso cumplir las órdenes de su Imperio, a pesar de exponerse a la pena de muerte. Nunca faltan personas de buen corazón en todos los grupos humanos .

El ejército turco devastó y ajustició a cualquier persona de origen armenio como los que tenían apellido armenio. En Esmirna quemaron el barrio armenio y griego y asesinaron a la población civil. Una de las principales razones para las matanzas era la diferencia religiosa. Los musulmanes no aceptan a los cristianos, los llaman infieles, como si no tuvieran fe en Dios y, o se convierten o como mínimo deben pagar un fuerte impuesto por el derecho a sobrevivir en el país musulmán.

 

MÉTODOS DE  EXTERMINIO

            Una forma de exterminar a los centenares de niños arrancados de sus familias era subirlos semidesnudos a balsas desde el puerto de Ordu, en Trebizonda, para arrojarlos al Mar Negro y al río Degirmendere.

También en zonas sin mar ni ríos, los ahogaban en los lagos. En Jarput los separaban de sus madres —los padres ya habían sido asesinados—, los mantenían un tiempo en orfelinatos creando la ilusión de que se habían salvado de la muerte, pero al tiempo los retiraban con vida y los ahogaban en el lago Goeldchuk, distante 30 kilómetros. Algunos de los cadáveres tenían muestras de bayonetas clavadas en el cuello, el abdomen o el tórax.

Der-Zor (Deir-El-Zor) fue el Auschwitz de los armenios. El jefe policial eligió a las niñas más bonitas para que sus agentes las violaran sobre los puentes y las ahogaran luego en el río.

En otros casos, la perversión llegaba al extremo de obligar a los familiares a presenciar el ultraje de sus niñas, a veces en las mismas iglesias armenias, utilizadas como prostíbulos.

Hubo miles de violaciones homosexuales, a veces en los hogares que habían recibido en adopción a los niños conversos al Islam. No se salvaban, por el pecado de haber nacido armenios.

En una ciudad de la provincia de Jarput, los médicos y los farmacéuticos turcos envenenaron a 500 huérfanos. Uno de los médicos envenenadores afirmó que los armenios no tenían otra sepultura que el Éufrates.

Abdul Hamid, el Sultán Rojo, fue partícipe activo del exterminio armenio. Sin embargo, su crueldad no llegó a los extremos que vinieron después. Los genocidas posteriores notaban que quienes sobrevivían a los castigos, al tiempo recuperaban en cierta forma su vitalidad. Pensando que tal vez a algunos oficiales les repugnaban los métodos utilizados para el exterminio, los jefes decidieron liberar a los criminales presos para que cumplieran buena parte del trabajo sucio, sin lástima, “sin miramientos”, contra mujeres, niños y ancianos. Consumado el exterminio de las adultas, el gobernador de Diarbekir encerró a 800 niños en un edificio y le prendió fuego.

En Furuncular, siempre en Jarput, los turcos cavaron fosas y arrojaron vivos a los niños. Y en otro lugar de Jarput el supervisor departamental quemó a cientos de niños provenientes de otra región.

Otra forma despiadada de quitarles la vida a los niños en Der-Zor era rociarlos con nafta y quemarlos vivos. El mismo acto lo cometió el gobernador de Trebizonda, que reunió a 1.000 niños y les prendió fuego delante de multitud de testigos obligados, exclamando que por la seguridad de Turquía debía borrarse para siempre la palabra “armenio” en su provincia.

El espectáculo se repitió en Mush y en tantos otros lugares, siempre con saña rayana en el salvajismo .

A  LOS  COMANDANTES  MILITARES

     Según el Despacho cifrado del ministro de guerra de Turquía:

Si la liquidación no llega a ser general y definitiva desde el punto de vista práctico, solo nos ocasionará trastornos. Es necesario que la nación armenia sea desarraigada, que no quede en nuestro territorio un solo armenio. Estamos en guerra. Jamás se nos presentará mejor oportunidad. Las intervenciones y las protestas de las grandes potencias serán olvidadas e intranscendentes ante el hecho consumado. Esta vez el aniquilamiento de los armenios será total .

 

MUSTAFÁ  KEMAL

La derrota del Imperio turco en la Primera Guerra Mundial generó las condiciones para que Mustafá Kemal (por entonces, un alto oficial del derrotado ejército expansionista) descubriera sus dotes políticas, que tanto le permitieron negociar con Lenin como con Francia e Inglaterra, comprometiéndose con todos para saltar por sobre los restos del Imperio y sobre ellos levantar una república.

...En el haber de Mustafá Kemal y sus partidarios está acreditado:

Cuando fue procesado por una Corte marcial en Constantinopla el 28 de enero de 1919 declaró: Los pashás perpetraron crímenes inauditos e inconcebibles y así arrastraron al país a la situación actual para asegurar sus intereses personales. Ellos instauraron todas las formas de la tiranía y organización las deportaciones, rociaron con petróleo a los niños de pecho, violaron a las mujeres y a las adolescentes en presencia de sus padres apaleados y heridos, separaron a las jóvenes de sus madres y padres, confiscaron sus bienes muebles e inmuebles y los exiliaron hasta Mosul en un estado lamentable, ejerciendo toda clase de violencias. Embarcaron a bordo de lanchas a millares de inocentes y los arrojaron al mar. Hicieron anunciar por heraldos la obligación de los no musulmanes, fieles al gobierno otomano, de renegar de su religión y de abrazar el islamismo, los coaccionaron a esa conversión. Hicieron caminar durante meses enteros a ancianas hambrientas, los constriñeron a trabajos forzados. Arrojaron a las jóvenes en casas de tolerancia (prostitución), establecidas en condiciones espantosas y sin precedentes en la historia de ninguna nación . Hay que anotar que en este juicio nadie cumplió ninguna pena. Fue un juicio prácticamente sin valor.

Kemal, gran asesino de los armenios, es considerado el gran fundador de la nueva Turquía. Sus principales obras para europeizar el país fue la abolición del sultanato, implantación de la monogamia, sistema educativo laico, introducción del calendario gregoriano y el alfabeto latino y también prohibió el uso del fez (gorro muy popular).

 

PRIMERA  GUERRA  MUNDIAL

En la primera guerra mundial, ayudados por la indiferencia internacional, los turcos siguieron masacrando armenios. Para eliminar definitivamente al espíritu de resistencia armenio se eliminó a sus principales cabezas pensantes o intelectuales. Fueron deportados a las provincias de Ayash y Chakiri el 24 de abril de 1915, 600 intelectuales armenios donde posteriormente fueron asesinados.

Los armenios sin resistencia militar, ya que les habían ordenado entregar todas las armas y habían enviado al ejército a todos los hombres entre 15 y 45 años, fueron presa fácil del espíritu vengativo turco. Después, con la excusa de defender a los armenios civiles de los peligros de la guerra (primera guerra mundial) los obligaron a la fuerza a dejar sus casas para llevarlos a una zona supuestamente más segura, pero los llevaron al desierto en deportaciones masivas sin compasión para los ancianos, enfermos, embarazadas o niños que morían por el camino de sed, de hambre o por enfermedades.

A medida que las aldeas eran evacuadas, los hombres eran fusilados y las mujeres y los niños que sobrevivían a las violaciones eran obligados a caminar y caminar hasta campos de concentración. El más famoso fue el de Deir-El-Zor en el desierto de Siria donde eran asesinados sin piedad por los guardias. Otros eran llevados al mar Negro y, atadas las manos, arrojados al mar por la borda como hicieron en Trebizonda. En 1921 los turcos kemalistas, seguidores de Kemal Ataturk, el fundador de la Turquía moderna, siguieron persiguiendo y matando armenios.

Es importante anotar que en el Tratado de Sèvres entre las potencias vencedoras de la primera guerra mundial y el imperio otomano se reconocía a Armenia como Estado independiente desde el 28 de mayo de 1918 y su territorio comprendía los espacios armenios del imperio turco y de la actual república de Armenia. Sin embargo, el movimiento kemalista no reconoció el tratado. A finales de 1920 invadió Armenia oriental que, de esta manera, quedó atrapada en una nueva conspiración genocida y quedó sin efecto el tratado y la república de Armenia tuvo una breve existencia.

            Tras 28 años de hostigamiento turco el número de víctimas asesinadas son más de un millón y medio de personas. Debería agregarse el medio millón o más de armenios que huyeron al extranjero.

En esos años de la primera guerra mundial también fueron masacrados por los turcos otros grupos étnicos como los asirios (700.000) y los griegos del Ponto (un millón).

 

COMIENZO  DEL  GENOCIDIO

Normalmente el comienzo del genocidio armenio se celebra el 24 de abril de cada año, pues ese día en 1915 las autoridades turcas detuvieron a 600 intelectuales armenios, que eran líderes de la comunidad armenia en Constantinopla.

El imperio turco entró en la primera guerra mundial el 29 de octubre de 1914. A fines de año el gobierno aprobó el servicio militar obligatorio para todos los hombres adultos menores de 45 años y aptos para las armas y debían alistarse en el ejército o pagar un impuesto especial para ser eximidos. A causa de esta ley la mayoría de los hombres armenios fueron alejados de sus casas y quedaron solas las mujeres, los niños y los ancianos. A comienzos de 1915 los turcos sufrieron la derrota de Sarikamis ante los rusos. Por esta aplastante derrota, Enver Pashá echó la culpa a los armenios y ordenó que todos los armenios del ejército otomano fueran desarmados, desmovilizados y destinados a campos de trabajo. La mayoría de ellos fueron ejecutados o convertidos en peones camineros.

Se calcula que hubo unos 26 campos de concentración para confinar a la población armenia situados en las fronteras con Siria e Irak, donde morían masivamente por epidemias o inanición.

En el camino a las deportaciones tenían aclarado lo que debían hacer los guardianes y militares encargados. El ministro del interior Talaat, ordenó que, a lo largo de la ruta designada, evacuaran a los armenios residentes en esos lugares de paso, a razón de dos grupos por día, bajo la vigilancia de la policía militar. Se les explicó que esa acción era necesaria para alejarlos del teatro de la guerra. Después de recibir tal orden, los oficiales de policía debían reunir a los armenios y llegados al lugar determinado, los guardias los entregaron a los chetteh (bandidos) y ellos dieron muerte hasta el último de los armenios. Para impedir consecuencias perjudiciales para la salud pública, los arrojaron en fosas excavadas con antelación y los cremaron. Por este medio, cumplieron totalmente la tarea de exterminio. El dinero, las alhajas y otras pertenencias personales de estos armenios, fueron distribuidos entre los chetteh .

            Anotemos que Talaat fue ajusticiado en marzo de 1921 por un armenio evangélico de 47 años en una calle de Berlín de un tiro en la cabeza. Actualmente, Talaat tiene un buen mausoleo en Turquía como persona importante. No se habla de él como asesino de los armenios, sino como héroe nacional turco.

 

TESTIMONIOS  DE  LOS  TURCOS

El señor doctor Nazim Bey, influyente dirigente del grupo de los Jóvenes turcos escribió: Hay que actuar rápido y con decisión. Los armenios son peligrosos como la peste. Al principio esa herida venenosa puede parecer curable; pero, si un buen médico no actúa en el momento, puede llevarnos a la muerte. Si nosotros nos conformamos, puede llevarnos a la muerte. Si nosotros nos conformamos con las matanzas locales como en 1909 en Adaná, podemos echar a perder todo, ya que la duda aparecerá en aquellos que estamos dispuestos a creer en el futuro. Yo tengo en cuenta a los árabes y kurdos. De esta forma, el peligro aumenta y va a ser difícil que podamos concretar matanzas. Es indispensable exterminar toda la nación armenia, no dejando sobre nuestro territorio ningún armenio vivo. Incluso hasta la palabra armenio debe ser desterrada de la memoria. La guerra nos brinda una excelente posibilidad, podemos no temer la intromisión de las grandes potencias ni de las protestas de la prensa internacional. Ellos no habrán llegado a moverse de sus lugares cuando ya esté todo terminado. La matanza debe ser general y no debe quedar ningún armenio vivo.

El doctor Alí Saib, director de salud pública, decidió darles veneno a las víctimas. Lo vertió en las copas de beber y a los adultos les dijo que era una vacuna. A los niños les dijo que era un medicamento. Los que se resistían a tomar la falsa medicina eran ahogados en el mar Negro. El mismo médico encerró a los niños para que recibieran el baño de vapor de autoclaves obtenidas del ejército, un vapor tan caliente que mataba en el acto a los bebés y a los infantes. En ese mismo hospital infantil se cambiaba su destino durante la noche para convertirlo en un prostíbulo, donde violaban a las niñas y jovencitas e incluso a los varones pequeños. Después de someterlas, las ahogaban en el mar. El comandante de Bitlís llegó al extremo de acusar a las niñas de agotar sexualmente a sus soldados y de transmitirles enfermedades contagiosas, razón por la cual merecían morir .

También hubo algunos buenos turcos que se negaron a ser verdugos de tantas víctimas inocentes. El doctor Toroyan en junio de 1915 informó: Mis infelices compatriotas deportados a Mesopotamia, cuyas mujeres y niños mueren a diario diezmados por el sufrimientos, el hambre y las enfermedades y sometidos a la crueldad diabólica de los encargados de ellos en su lugar de exilio, me suplicaron que lanzara un llamado a su favor, sobre todo al mundo civilizado, a los armenios del Cáucaso en particular y a los armenios de Norteamérica. Este campo de concentración estaba aún congestionado cuando lo dejé, con armenios de Adaná y Cilicia. En su mayoría eran mujeres y niños. Dos de ellas, a las que reconocí con dificultad, tan lamentable era la condición a la que habían sido reducidas, se arrojaron a mis pies: “Decid a los soldados aliados que vengan pronto a Meso pota mi a, estamos peor que muertas”.

La pobre gente estaba en harapos que cubrían escasamente sus cuerpos y no tenían nada para protegerse del clima. Algunos acurrucados sobre el piso, trataban de guarecerse bajo andrajosos paraguas, pero la mayoría no tenía nada. Pregunté a mis gendarmes qué eran los montoncitos de tierra que veíamos por todas partes, merodeados por centenares de perros. Me dijeron que eran las tumbas de los infieles. ¿Tantas tumbas en una pequeña aldea? Me respondieron: Usted no comprende, esas son las tumbas de esos perros que trajeron aquí en agosto.  Murieron todos de sed.

 

OTROS  TESTIMONIOS

El Vicario general Padre Jean Chiniara de las diócesis católica de Sivás escribió: A nuestra llegada a Sivás quedaba aún un regimiento de obreros compuesto aproximadamente por un millar de armenios, yeseros, zapateros, sastres, herreros, etc. Entre ellos había una buena cantidad de católicos a quienes conocí personalmente y que unos tras otros venían a verme por la noche a confesarse y comulgar. Un día vino uno y le dije: “Mikel, ¿cómo están Stepan, Agop y los demás amigos católicos? Hace tiempo que no los veo”. Me respondió: “Padre, ¿qué puedo decirle? El sanguinario gobernador, bajo el pretexto de enviar el regimiento a otra localidad, los hizo pasar a degüello, a algunos minutos de la ciudad .

Un sobreviviente relató: Saliendo de Cesárea fuimos testigos de un espectáculo repugnante, los encarcelaban en calabozos, en grupos de 200 a 300, los hacían salir a las campiñas vecinas, donde los gendarmes tenían la consigna de exterminarlos después de quitarles el dinero, violar a sus mujeres e hijas, masacrar ante sus ojos a los pobres niños y cometer muchas crueldades que la pluma se rehúsa a describir. Ese día nuestras almas fueron desgarradas ante los restos humanos de esas lúgubres caravanas de armenios, empujadas y torturadas por los gendarmes a golpes de culata de sus fusiles. Sin ropas, en harapos, abrasados por la sed, extenuados de fatigas y privaciones. Les dimos nuestras provisiones y comestibles, así como el poco dinero con que contábamos. Ese espectáculo era tan espantoso que maquinalmente desviábamos la vista. La sangre, las crisis y los llantos de tantas almas ¿no reclamaban la venganza celestial? . Hasta los propios cadáveres fueron profanados según cuenta Pascual Ohanian en su investigación sobre los hechos .

En algunas oportunidades el río Éufrates se teñía de rojo. Los hombres eran fusilados desnudos sobre las barcas. Sus cadáveres eran arrojados al agua.

 

RECORDATORIO

El pueblo armenio jamás olvidará el asesinato de más de un millón y medio de su gente. La república de Turquía sigue negando el genocidio y al máximo criminal del genocidio, a Talaat Pashá, le ha erigido en Constantinopla un mausoleo y tiene muchas calles y avenidas con su nombre como un héroe nacional. La hipocresía del negacionismo turco no puede engañar a todos. Actualmente hay muchos países que ya reconocen el asesinato programado de tantos armenios como un genocidio. El Presidente Biden de Estados Unidos el 24 de abril de 2021 proclamó públicamente el asesinato de los armenios como un genocidio. El Estado Vaticano lo había hecho anteriormente, al igual que  otros Estados.

Ojalá el mundo ante este genocidio, al igual que el de los judíos por Hitler o el de los camboyanos por Polpot y otros regímenes ateos y comunistas, pueda ver una enseñanza para la humanidad y todos de común acuerdo podamos decir: Nunca más, que nunca más se repitan estas monstruosidades, que hacen de seres humanos demonios y más brutos que las mismas bestias.

            Que ningún persona mate en nombre de Dios. Que ninguna religión fomente la muerte de los que no creen en ella. Que en el mundo haya paz, amor, tolerancia y libertad. También religiosa para creer y no creer o para creer en tal o cual religión sin obligar a nadie por la fuerza a creer o no en Dios o en una determinada religión. La fe debe ser libre.

CONCLUSIÓN

Después de haber leído el presente libro, cada uno ha podido darse cuenta de que en el Estado de Turquía, al igual que en otros Estados donde dominan por mayoría los musulmanes, no todos son iguales ante la ley. Las mujeres tienen menos derechos que los hombres, los esclavos menos que los libres, y los infieles, o no musulmanes, también tienen menos derechos que los musulmanes.

Hay países musulmanes más moderados que otros. En Marruecos por ejemplo hay más libertad relativa para los infieles, pero no tienen derecho a evangelizar o convertir a los musulmanes a la fe cristiana, pues eso sería un delito castigado por la ley. Tampoco un cristiano puede casarse con una mujer musulmana.

Durante toda la historia de los países musulmanes, los infieles que vivían en territorio musulmán debían pagar un alto impuesto por el derecho a vivir en su territorio y por supuesto no podían acceder a ciertos puestos como tampoco ahora. Los dhimmis o infieles eran ciudadanos de segunda clase. Y no olvidemos que en muchos de estos países está presente la Sharia, por la cual cualquier cristiano puede ser condenado por ser acusado de blasfemia contra el Corán o Mahoma.

Es bueno recordar que la historia demuestra la falta de tolerancia de muchos islamistas con los infieles. Ya entre el año 850 y 859 hubo una masacre de cristianos en Córdoba (España), lo que invalida la idea de algunos de que en estas tierras había convivencia pacífica entre judíos, musulmanes y cristianos.

El año 953 en una incursión por tierras cristianas españolas, los moros martirizaron a los 200 frailes del monasterio de Cardeña (Burgos).

            El 28 de julio de 1480 fueron masacrados en la ciudad de Otranto (Italia) 812 cristianos por no querer convertirse al islam. Al entrar en la ciudad habían muerto 12.000 cristianos, y 5.000 mujeres y niños quedaron como esclavos para ser vendidos. No olvidemos que en las ciudades más importantes del Islam había siempre mercado de esclavos.

            Muchos cristianos se convertían al islam para sobrevivir y poder tener mejores perspectivas de vida. Los que no lo hacían, debían sufrir y hasta morir por su fe.

La peor parte la llevan incluso hoy día los mismos musulmanes que se convierten a otra religión, pues ser apóstata es considerado el peor pecado y los conversos al cristianismo son perseguidos o asesinados hasta por sus mismos familiares. En cambio un cristiano sí puede convertirse a su fe islámica y un musulmán puede casarse con una cristiana, y no al revés.

Como vemos, vivir en un país de mayoría musulmana es un problema. El Islam tiene una puerta de entrada, pero no la tiene de salida. El que es musulmán o se convierte a él, lo debe ser para toda la vida. El pueblo armenio, un pueblo pacífico al igual que el asirio o griego, que vivían dentro del imperio turco otomano, debieron pagar las consecuencias del radicalismo musulmán y sufrieron y siguen sufriendo las consecuencias. Que el genocidio armenio de un millón y medio de muertos nos lleve a valorar la vida ajena y a no creer que se puede matar sin compasión en nombre de Dios, lo cual es una verdadera blasfemia.

Que Dios los bendiga.

Su hermano y amigo para siempre.
P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino recoleto

 

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BIBLIOGRAFÍA

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Dadrian Vahakn, Las determinantes del genocidio armenio, Buenos Aires, 2006.
Dadrian Vahakn, Los elementos clave en el negacionismo turco del genocidio armenio, Buenos Aires, 2001.
De Zayas Alfred, El genocidio contra los armenios (1915-1923). Y la relevancia de la convención de 1948 para la prevención y la sanción del delito de genocidio, Buenos Aires, 2009.
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Súlim Granovsky, El genocidio silenciado, Ed. Continente, Buenos Aires, 2014.

 

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  Ib. p. 84.

  Declaración de Talaat, ministro de Turquía en el Congreso de Salónica en septiembre de 1910.

  Ibídem.

  Ib. pp. 52-53.

  El genocidio silenciado, p. 92.

  Despacho cifrado remitido por el ministro de guerra de Turquía a los comandantes militares, el 27 de febrero de 1915

  Telegrama de Talaat, ministro del interior, de Turquía el 15 de mayo de 1915.

  Nazim Fehti, miembro del Cuerpo Ejecutivo Tripartito junto con el ministro de Educación Shukru y el doctor Behaeddin Shakir.

  Ib. p. 82.

 Naslian Jean, Mémoires, Beirut, 1951, I, p. 43.

  Mevian Zadé Rifat, Los pliegues ocultos de la revolución otomana, Beirut, 1975, p. 117.

  Súlim Granovsky, El genocidio silenciado, Ed. Continente, Buenos Aires, 2014, pp. 89 y 91.

  Ib. p. 95.

  Ib. p. 961.

  Ib. p. 97.

Así está definido por la Oficina del Alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos en la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio en el artículo segundo.

  Súlim Granovsky, El genocidio silenciado, Ed. Continente, Buenos Aires, 2014, p. 47.

  Ib. p. 74.

  Ib. pp. 75-76.